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Belle Delphine: influencers como Reyes Midas del siglo XXI

Por: Paúl Fernández

La gamer y cosplayer vendió el agua de su bañera. Sí, literalmente el agua que usó para asearse. Hizo un video haciendo pasar el agua por diversas partes de su cuerpo y enfrascándola mientras hacía sus características muecas. Cada frasco de agua salió a la venta por la no módica cantidad de $30 (considerando que se trataba de aguas grises).

ADVERTENCIA: El contenido de este perfil, no es seguro para el trabajo.

El caso de Bell Delphine no es nuevo, influencers vendiendo cualquier tipo de artículo sin valor por precios estratosféricos, son algo con décadas de antigüedad. ¿Décadas? pero si los influencers son cosa de las redes sociales… así es, pero las personas han sido influenciadas por distintos personajes públicos, desde siempre. Podríamos hacer un recuento de incluso siglos, cuando había guerras por las reliquias (partes del cuerpo de algún santo). Pero en este caso, llegaremos solo al siglo XX, para que no crean que esto es cosa de los millennials.

Piero Manzoni era un artista conceptual en los años 60’s, de esos que ponen un globo en una galería y se convierte en la obra más costosa de la sala. Su arte era lo que denominaríamos ahora como troll, se burlaba precisamente del mercantilismo del arte y de que en verdad puedes vender cualquier cosa si tienes el título de “artista” en la frente. De esta forma vendió su obra “Mierda de artista”, latas que supuestamente contenían sus heces. Se vendieron y SE VENDEN a precios inimaginados. Así que Belle y su agüita de la ducha en realidad se le quedan cortas a Manzoni que, literalmente, vendió estiércol a valores con 5 y 6 cifras.

Estos personajes que llaman la atención de todos y pueden volver lo más común en invaluable, son de toda la vida. Y las empresas los han utilizado no pocas veces. Quién no recuerda los comerciales de varias marcas en colaboración con Salvador Dalí, o las portadas de discos diseñadas por Andy Warhol. Lo importante es cómo y quiénes quieres que vean tu marca. En el caso de los dos últimos artistas, eran bastante respetados, pero si hablamos de Manzoni en su época o Belle en esta, es evidente que no son para todos los públicos.

Tal es el caso de Arii, quien cuenta 2.6 millones de seguidores en Instagram y 7.1 millones en Tik Tok. Ella intentó sacar su propia marca de ropa femenina. A pesar de su popularidad, no logró vender ni 36 unidades para mantener su producción a flote. Y no, no es que los influencers sean scammers, lo que pasa es que ella cayó en un error muy frecuente; creyó que sus seguidores eran también sus compradores. La ropa que lanzó al mercado no tenía nada de distinto a otras y además era femenina, cuando la mayoría de sus seguidores son hombres. Belle por su parte, entendió los intereses de sus seguidores; quiénes eran y qué buscaban (no queremos describir lo que buscaban). Como marca, es importante tener en cuenta si es que los seguidores y las personas que interactúan con un influencer en verdad hacen match con tu público objetivo.

 

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where this flower blooms 🌸💫💕☁️ @fashionnova

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Por ejemplo, si tu marca es de cosméticos, busca una o un influencer de maquillaje a la que sí sigan personas que podrían comprar los productos. Un caso exitoso es el de Yuya y Sedal. No solo que tienen mucho que ver, la marca y la famosa, sino que le sirvió a Unilever para aumentar un 80% de los indicadores de salud de sus marcas, según este artículo de Expansión. La youtuber no solo que trabajaba activamente en la publicidad de Sedal, sino que se lanzó un producto en colaboración con la marca que llegó a ser el más vendido en su categoría en México (lugar de origen de la influencer).

Si el público objetivo de tu marca es el mismo del famoso y si además este último tiene un engagement saludable, lo más probable es que sí pueda hacer que tu marca consiga los objetivos que te planteas. Y principalmente, convencerse de que a pesar de que parece que el influencer puede vender hasta el aire que respira, no siempre va a poder hacer lo mismo por tu marca.

Belle Delphine: influencers como Reyes Midas del siglo XXI

Por: Paúl Fernández

La gamer y cosplayer vendió el agua de su bañera. Sí, literalmente el agua que usó para asearse. Hizo un video haciendo pasar el agua por diversas partes de su cuerpo y enfrascándola mientras hacía sus características muecas. Cada frasco de agua salió a la venta por la no módica cantidad de $30 (considerando que se trataba de aguas grises).

ADVERTENCIA: El contenido de este perfil, no es seguro para el trabajo.

El caso de Bell Delphine no es nuevo, influencers vendiendo cualquier tipo de artículo sin valor por precios estratosféricos, son algo con décadas de antigüedad. ¿Décadas? pero si los influencers son cosa de las redes sociales… así es, pero las personas han sido influenciadas por distintos personajes públicos, desde siempre. Podríamos hacer un recuento de incluso siglos, cuando había guerras por las reliquias (partes del cuerpo de algún santo). Pero en este caso, llegaremos solo al siglo XX, para que no crean que esto es cosa de los millennials.

Piero Manzoni era un artista conceptual en los años 60’s, de esos que ponen un globo en una galería y se convierte en la obra más costosa de la sala. Su arte era lo que denominaríamos ahora como troll, se burlaba precisamente del mercantilismo del arte y de que en verdad puedes vender cualquier cosa si tienes el título de “artista” en la frente. De esta forma vendió su obra “Mierda de artista”, latas que supuestamente contenían sus heces. Se vendieron y SE VENDEN a precios inimaginados. Así que Belle y su agüita de la ducha en realidad se le quedan cortas a Manzoni que, literalmente, vendió estiércol a valores con 5 y 6 cifras.

Estos personajes que llaman la atención de todos y pueden volver lo más común en invaluable, son de toda la vida. Y las empresas los han utilizado no pocas veces. Quién no recuerda los comerciales de varias marcas en colaboración con Salvador Dalí, o las portadas de discos diseñadas por Andy Warhol. Lo importante es cómo y quiénes quieres que vean tu marca. En el caso de los dos últimos artistas, eran bastante respetados, pero si hablamos de Manzoni en su época o Belle en esta, es evidente que no son para todos los públicos.

Tal es el caso de Arii, quien cuenta 2.6 millones de seguidores en Instagram y 7.1 millones en Tik Tok. Ella intentó sacar su propia marca de ropa femenina. A pesar de su popularidad, no logró vender ni 36 unidades para mantener su producción a flote. Y no, no es que los influencers sean scammers, lo que pasa es que ella cayó en un error muy frecuente; creyó que sus seguidores eran también sus compradores. La ropa que lanzó al mercado no tenía nada de distinto a otras y además era femenina, cuando la mayoría de sus seguidores son hombres. Belle por su parte, entendió los intereses de sus seguidores; quiénes eran y qué buscaban (no queremos describir lo que buscaban). Como marca, es importante tener en cuenta si es que los seguidores y las personas que interactúan con un influencer en verdad hacen match con tu público objetivo.

 

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Por ejemplo, si tu marca es de cosméticos, busca una o un influencer de maquillaje a la que sí sigan personas que podrían comprar los productos. Un caso exitoso es el de Yuya y Sedal. No solo que tienen mucho que ver, la marca y la famosa, sino que le sirvió a Unilever para aumentar un 80% de los indicadores de salud de sus marcas, según este artículo de Expansión. La youtuber no solo que trabajaba activamente en la publicidad de Sedal, sino que se lanzó un producto en colaboración con la marca que llegó a ser el más vendido en su categoría en México (lugar de origen de la influencer).

Si el público objetivo de tu marca es el mismo del famoso y si además este último tiene un engagement saludable, lo más probable es que sí pueda hacer que tu marca consiga los objetivos que te planteas. Y principalmente, convencerse de que a pesar de que parece que el influencer puede vender hasta el aire que respira, no siempre va a poder hacer lo mismo por tu marca.